viernes, 15 de enero de 2010

Balance de mis clases de Política social, capitalismo, André Gorz y "Una Historia de amor"

Hoy era la última clase de Política social, una de las mejores asignaturas por las que he pasado como estudiante sin duda. Si a veces -más que menos- padezco alguna "crisis de existencialismo" y cuestiono todas mis decisiones 3 años atrás inclusive la carrera, pienso en lo que han sido estas clases, además de toda la gente buena que me he ido encontrando, y me digo "ha merecido la pena"; y como casi siempre en estas cosas el 90% es mérito del profesor que la imparte (gracias). Han sido meses de hacernos pensar, de comprender, de ampliar nuestra visión y aprender a ser, probablemente, críticos con todo alertados de la importancia del conocimiento y la curiosidad para hacer, cambiar y mejorar lo que nos rodea. Y en tiempos como los actuales donde "crisis" y "capitalismo" están a la orden del día, se hace estrictamente necesario una dosis de realismo y sinceridad en lo cotidiano (y menos discursos absurdos de políticos que de verdad, o nos toman por tontos o es que definitivamente queremos serlo).


El profesor de Política finalizaba hoy la clase pidiéndonos que recordáramos lo siguiente como trabajadorxs sociales: "Las fuerzas capitalistas van a ser tan grandes y tan fuertes para entrar en los servicios sociales que, o lo tenéis muy claro, o lo lleva claro vuestra generación".Repasábamos especialmente todo lo que habíamos visto y debatido respecto al problema de las pensiones,...y creo que razón no le falta.

Quería terminar la entrada de hoy con André Gorz, pensador de la ecología política y del anticapitalismo y del cuál hemos hablado estos días en referencia a su obra "Los caminos del paraíso. Para emprender la crisis y salir de ella por la izquierda" (1986). A. Gorz plantea otra política en otra sociedad: dados los límites ecológicos del planeta debe cambiarse el modelo económico de crecimiento indefinido, ponerlo a disposición de las necesidades de la población y cambiar por tanto el estilo de vida abandonando el consumismo derrochador y de ostentación de status buscando soluciones colectivas a los problemas colectivos; Y democratizar y descentralizar la toma de decisiones sin que democracia se reduzca a votar cada "x" años.
También habla de la necesidad de un "sueldo ciudadano", similar a la renta básica pero entendido en un contexto diferente, no sólo como redistribución de la renta sino como idea de "trabajo intermitente que posibilite una verdadera ayuda mutua por placer, llena de actividades autocompensadoras y libremente asumidas." A. Gorz concluye así su proyecto: "Este tipo de alternativa socialista a la crisis y al desmantelamiento del Estado de Bienestar puede parecer utópica, pero lo mismo ocurrió hace 50 años con la propuesta del sistema de Seguridad social global que dio origen al Estado de bienestar. Es preciso imaginar un futuro utópico para lograr una sociedad mejor".


El 24 de septiembre del 2007, a sus 84 años, A. Gorz se suicidó junto a su esposa Dorine (padecía una enfermedad evolutiva desde hace años) . Según varios testimonios, los cuerpos de las dos personas fueron hallados sin vida, el uno junto al otro, mientras un cartel colocado en la puerta pedía que se avisara a la Gendarmería.

Su último libro es una obra de amor. Se titula: “Lettres à D. Histoire d’un amour”, setenta y seis páginas de devoción a su compañera. En él ya decía "nos gustaría no sobrevivir a la muerte del otro. Nos hemos dicho a menudo que, si tuviésemos una segunda vida, nos gustaría vivirla juntos". Y comienza con una confesión muy bella: “Acabas de cumplir 82 años. Sigues siendo tan bella, graciosa y deseable como cuando te conocí. Hace cincuenta años que vivimos juntos; y te amo más que nunca. Hace días te dije que había vuelto a enamorarme de ti. Y tu vida desbordante me hace feliz abrazando tu cuerpo contra el mío”. Gorz recuerda su vida en común, sus condiciones de desterrados, su soledad fruto de la moral y la autonomía. Su descubrimiento de una identidad inmaterial en el amor que supera a la muerte.


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